Descripción general

Edición: Sexualidad e identidad de género para personas con discapacidades intelectuales, del desarrollo y de otro tipo.

Pertenencia y comunidad:
tendencias en cuestiones relacionadas con la sexualidad y la identidad de género de las personas con discapacidades

Autor

Rebecca Kammes (ella) es médica especialista clínica de la Clínica PEERS® de la UCLA en Los Ángeles, California. rkammes@mednet.ucla.edu

Las personas con discapacidades han sufrido muchos abusos y han sido tratadas injustamente en lo que se refiere a su vida sexual y a la forma de expresar su género. Más de la mitad de los adultos transgéneros (es decir, que se sienten de un género distinto al que se les asignó al nacer) declaran tener una discapacidad, por lo que esta edición es importante estudiarla. La buena noticia es que cada vez se pide más a las personas con discapacidades que participen en investigaciones y creen materiales educativos sobre estos temas. Están asumiendo un mayor control a la hora de planificar su propio futuro basándose en lo que es importante para ellos, y esto incluye sus decisiones sobre el sexo, las relaciones románticas y la expresión de su identidad de género. Algunos investigadores han descubierto que los autistas que ya están familiarizados con el comportamiento como un espectro pueden estar naturalmente más abiertos a entender el género, por ejemplo, como algo más que una opción masculina o femenina. Otros investigadores han descubierto fuertes conexiones entre la identidad de discapacidad y las identidades vinculadas a la sexualidad y el género, por lo que es importante comprenderlas conjuntamente. Las citas en línea son cada vez más accesibles, pero es necesario mejorar la capacitación para mantenerse a salvo de los depredadores en línea. Cada vez son más los médicos que reconocen la necesidad de educar a los cuidadores naturales y profesionales sobre cómo apoyar mejor la sexualidad y la expresión de género de las personas con discapacidades, pero se necesitan más programas y capacitación.

Dos personas, una vestida de morado y otra de rosa, se relajan juntas sobre una manta de picnic en un parque.

No es ningún secreto que las personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo (IDD, por sus siglas en inglés) sufren continuamente prácticas discriminatorias y abusivas relacionadas con su sexualidad e identidad de género. Esto incluye experiencias de discriminación compuesta, abuso sexual y explotación, y también puede conducir a problemas de salud mental, incluidos pensamientos suicidas. A pesar de estas preocupaciones, también vivimos en un mundo en el que las personas con IDD influyen cada vez más en la investigación relacionada con los vínculos entre sexualidad, discapacidad y género, las comunidades siguen creciendo en torno a estas experiencias y el campo está pasando de una perspectiva arraigada en la protección a otra que explora las posibilidades que una vida sexual y una expresión de género más plenas podrían tener para las personas con IDD. Aun así, puede ser una época difícil para los jóvenes y adultos jóvenes que están desarrollando su propio sentido de identidad y pertenencia. Pensemos, por ejemplo, en un hombre cisgénero de 26 años diagnosticado con autismo y discapacidad intelectual que también se identifica como gay. Al principio de su vida adulta tuvo dificultades para hablar de su sexualidad con su equipo de apoyo. Se sentía incapaz de explicar sus experiencias porque carecía del lenguaje apropiado y se sentía muy diferente de quienes le rodeaban. No fue hasta que descubrió un grupo de apoyo LGBTQ+ en su comunidad cuando pudo salir del armario ante su familia. Conectó con otra persona con IDD del grupo que le proporcionó apoyo y educación, pero sigue sufriendo discriminación y aislamiento por parte de su familia, algo que sigue intentando solucionar. Sus experiencias con este grupo resaltan la importancia de la comunidad, y la existencia del propio grupo es un ejemplo de una tendencia más amplia de mayor concientización.

Datos recientes de la Human Rights Campaign Foundation muestran que el 36 % de los adultos que se identifican como LGBTQ+ y el 52 % que se identifican como transgéneros también declaran tener una discapacidad. La discapacidad cognitiva es la más citada dentro de este grupo (https://bit.ly/3Rz3hb3). Cuando se encuestó a jóvenes LGBTQ+ de 13 a 17 años, el 15 % declaró tener una discapacidad (https://bit.ly/46uOlPy). Dado el importante solapamiento de la identidad LGBTQ+ y la discapacidad, se trata de una cuestión extremadamente relevante que también se está reflejando en recientes investigaciones y tendencias de los servicios.

Tendencias de la investigación

Desgraciadamente, en el ámbito de la investigación sobre la discapacidad, es frecuente leer estudios que analizan las experiencias de los adultos y jóvenes con discapacidades únicamente desde el punto de vista de los cuidadores o los proveedores de servicios. Y aunque estas perspectivas son importantes, tanto en la investigación como en la práctica comunitaria, se ha impulsado el uso de principios de autodeterminación a la hora de planificar el futuro con jóvenes y adultos jóvenes con discapacidades. Esto ha hecho que se dé prioridad a lo que el individuo quiere, y no únicamente a lo que otros piensan que es mejor para él. También se ha producido un aumento significativo de los estudios de investigación comprometida con la comunidad (CER, por sus siglas en inglés) que se elaboran con personas con discapacidades e incluyen sus voces. Estos estudios proceden de todo el mundo, incluidos Estados Unidos, Canadá, Australia y Suecia. Esto permite que la investigación no solo se lleve a cabo de forma más accesible para todos, sino que también aborde temas más relevantes para la vida cotidiana de las personas con discapacidades. Uno de los temas que ha surgido y crecido a partir de esto es la forma en que entendemos la intersección de la sexualidad, la identidad de género y la discapacidad. Un estudio publicado en la revista Canadian Journal of Disability Studies por Alexandre Baril y sus colegas destacaba cómo la identidad de discapacidad y la sexualidad o la identidad de género de una persona están significativamente vinculadas y que es importante conceptualizar y comprender la totalidad de esta intersección (https://bit.ly/45fICvM).

La educación sexual o la educación para las relaciones se sitúa de forma más coherente en la planificación futura de las personas con discapacidades.

Un metaanálisis de 2022 realizado por Aimilia Kallitsounaki y David M. Williams proporciona una interesante revisión de la literatura sobre el autismo y las identidades de género, indicando que a medida que las personas con autismo llegan a comprender sus experiencias sociales e internas como “en un espectro”, trasladan esta comprensión a su identidad de género y están más abiertos a las etiquetas y experiencias no binarias (https://bit.ly/3Rz3r29 ). También se está debatiendo una educación más inclusiva en materia de sexualidad e identidad de género. Rhonda Black, de la Universidad de Hawái, y yo descubrimos en una reciente revisión del programa que la educación previa se centraba en la anatomía básica y la prevención de abusos, pero hemos visto más temas relacionados con el desarrollo de las relaciones, las relaciones saludables y las cuestiones LGBTQ+ (https://bit.ly/3Qchiui ). Los efectos negativos a largo plazo de la falta de educación sobre estos temas son considerables. En una edición de 2022 de la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, Abigail Mulcahy y sus colegas descubrieron que muchos adultos LGBTQ+ con discapacidades experimentaban importantes necesidades médicas no cubiertas debido a que tanto las personas como los trabajadores de salud desconocían las necesidades de salud sexual potencialmente diferentes para esta población (https://bit.ly/3PTV9AI). Las revisiones bibliográficas realizadas en 2016 y 2018 mostraron una necesidad expresa de proporcionar un apoyo más eficaz a las personas con IDD que también se identifican como LGBTQ+ (https://bit.ly/3rzRXAP, https://bit.ly/3EX7r52). Un estudio realizado en 2020 por Samuel M. Colbert y Jacob Yuichung Chan encontró indicios de que estos vacíos en la atención médica y la educación se deben a la falta de conocimientos sobre cuestiones LGBTQ+. Investigaciones recientes han demostrado una tendencia general hacia el aumento de los comportamientos prosociales hacia las personas con discapacidades y con identidades LGBTQ+, aunque todavía queda mucho por hacer en este ámbito en relación con las identidades sexuales en general (https://bit.ly/3EUAjuL). Es necesaria una educación específica para ayudar a las personas con discapacidades LGBTQ+ a ser más conscientes de sus propias necesidades y a adquirir habilidades de defensa, así como para ayudar a los proveedores de servicios y a los profesionales de apoyo directo a responder mejor a esas necesidades y a trabajar para reducir la estigmatización y la discriminación.

Nueva comprensión

El concepto de sexualidad y género como “espectros” en lugar de categorías rígidas se ha hecho más común, especialmente entre jóvenes y adultos jóvenes. Muchas personas con autismo ya conceptualizan su identidad como perteneciente a un espectro, por lo que entender su sexualidad o identidad de género de ese modo no es un salto difícil de dar. Los resultados anecdóticos de las entrevistas clínicas realizadas a personas con autismo mostraron que un número significativo utiliza un lenguaje no binario para describir el sentido que tienen de sí mismos y el tipo de personas con las que podrían estar interesados en tener citas románticas. Cuando se le preguntó cómo había llegado a identificarse como agénero, una persona de 23 años afirmó que el aumento de la representación de las personas LGBTQ+ en los medios de comunicación, así como el conocimiento y el acceso al lenguaje no binario, le habían ayudado a formarse una imagen más clara y coherente de quién era y de lo que había estado sintiendo y experimentando.

Dos personas conversan mientras toman café. La persona de la izquierda lleva una camisa de cuello de tortuga gris y la persona de la derecha lleva gafas y una camiseta azul.

En los entornos clínicos y educativos, la educación sexual o relacional se incluye de forma cada vez más consistente en la planificación futura de las personas con discapacidades. Muchos programas de educación secundaria para personas con discapacidades están añadiendo componentes de educación para las relaciones a sus programas. Algunos, como el programa de Educación para Adultos Mayores y Adultos con Discapacidades del Mt. San Antonio College, han añadido clases relacionadas con la sexualidad y las relaciones románticas sanas. Estos programas suelen incluir la concientización y el reconocimiento de temas LGBTQ+ y ofrecen un espacio para el debate, la educación y la exploración. En la misma línea, los programas de habilidades sociales y concientización social también están aumentando los contenidos en torno a las relaciones románticas y la sexualidad e identidad de género. Por ejemplo, la clínica PEERS® de UCLA, con sus múltiples programas centrados en las habilidades sociales y relacionales, ha desarrollado recientemente un programa centrado exclusivamente en las habilidades para tener citas románticas con adultos con autismo que incluye conversaciones sobre sexualidad, identidad de género y relaciones saludables.

El uso de plataformas de citas en línea en todas las comunidades sigue aumentando, y las citas en línea se han hecho más accesibles y eficaces para las personas con discapacidades. Muchos adultos afirman que las citas en línea son una forma de relacionarse con otras personas en un espacio más seguro que se adapta mejor a sus ansiedades sociales. Para algunos de estos adultos, existe el deseo de participar en citas en línea, pero no saben cómo hacerlo de forma segura, y aunque muchos nuevos programas educativos han empezado a abordar esta cuestión, sigue siendo un área de necesidad.

También ha aumentado la concientización de los médicos que trabajan en este ámbito sobre la importancia de incluir el sistema de apoyo de la persona.

Los médicos están empezando a reconocer la importancia de incluir el sistema de apoyo de una persona en su atención y tratamiento. Por ejemplo, una persona de 33 años que tenía una discapacidad intelectual y se identificaba como LGBTQ+ asistía a sesiones de terapia individual debido a sus dificultades para tener citas por Internet. No se produjo un cambio positivo con el cliente[А1] hasta que el médico involucró a la hermana del individuo -su principal persona de apoyo- a la terapia y la capacitó sobre cómo hablar de estas preocupaciones en casa en lugar de simplemente evitar el tema, que le había estado causando ansiedad y frustración al individuo. Estas tendencias de la comunidad indican un avance significativo en la prestación de una atención inclusiva, integral y afirmativa para las personas con discapacidades que se identifican como LGBTQ+.

Necesitamos saber más

A pesar de estas tendencias positivas, aún queda mucho por hacer. Las personas con discapacidades, sus familias, los profesionales de apoyo y las escuelas necesitan un mejor acceso al creciente número de recursos disponibles para ayudar a las personas con discapacidades a vivir plenamente como seres sexuales. Necesitamos más investigación centrada en las experiencias, el cambio social y el avance hacia la igualdad que incluya específicamente las voces de las personas con discapacidades. También tenemos que aumentar la programación y el acceso a estas personas en la comunidad, así como proporcionar capacitación y sensibilización a los médicos y otros proveedores de la comunidad para que se sientan más cómodos y competentes a la hora de trabajar en este ámbito. Hasta entonces, las personas con discapacidades seguirán luchando por ser vistas y escuchadas y por vivir experiencias fieles a sí mismas y a su identidad.

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Fotografías cortesía de Disabled and Here.