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Aprendiendo a usar la tecnología: Abrir la puerta al progreso y al pasado

Dos personas sentadas en una mesa de madera. Una se encuentra leyendo un libro de cubierta verde. La otra trabaja con un ordenador portátil. En la pantalla aparece la página de búsqueda de Google. Sólo podemos ver sus manos.

Devon, un hombre empapado de nostalgia, disfruta reflexionando sobre su juventud creciendo en Chicago y rememorando días felices pasados. Se sintió muy intimidado cuando se dio cuenta de que tendría que utilizar la tecnología para acceder a sus nóminas, horarios y tarjeta de propinas relacionadas con su trabajo de camarero.

Muchas personas a las que apoyamos en sus trabajos consideran la tecnología una necesidad en la vida. Utilizan aplicaciones y otras tecnologías para encontrar rutas de autobús, hacer listas, pedir comida, enviar mensajes de texto, hablar por teléfono, etc. Pero Devon no tenía ningún interés en la tecnología. Pero a Devon no le interesaba la tecnología. De hecho, a menudo no contestaba al teléfono. Insistía en que no le interesaba y había rechazado ofertas para ayudarle a comprar y utilizar una computadora.

Cada semana que practicábamos juntos, Devon se sentía más seguro de su capacidad para trabajar con la computadora. Preparé una lista de comprobación a la que podía remitirse para practicar entre nuestras sesiones. Cuando Devon aprendió a acceder a Internet, tuvo a su alcance toda una nueva fuente de información.

Cuando estaba claro que Devon necesitaría utilizar una computadora para acceder a la información de su trabajo, accedió a regañadientes a aprender a usarla. No quería abrumarle, así que empezamos con nociones básicas de informática. Practicamos cómo encender el ordenador, iniciar sesión en la pantalla, utilizar una contraseña, abrir el navegador, acceder a los marcadores, utilizar el ratón, cerrar la sesión y apagar el ordenador. Practicamos estos procedimientos varias veces cada vez que nos reuníamos para ayudarle a familiarizarse con el proceso. Cada semana que practicábamos juntos, adquiría más confianza en su capacidad para navegar por el ordenador. Hice una lista de comprobación que podía consultar para practicar entre nuestras sesiones. Luego añadimos el acceso a todos los sitios marcados. Siempre que podíamos, guardábamos las contraseñas para ahorrarnos ese paso. Tardó muchos meses, pero al final pudo navegar con facilidad y encontrar toda la información relacionada con su trabajo sin mi ayuda. De hecho, ¡lo estaba disfrutando! Cuando Devon aprendió a acceder a Internet, tuvo a su alcance toda una nueva fuente de información. Antes se informaba en libros y periódicos. Como tenía muchos intereses, le sorprendía poder encontrar información sobre cualquier tema que quisiera. Preguntaba: "Me pregunto si...", y yo le respondía: "No lo sé; busquémoslo en Google". Se convirtió en un intercambio habitual, en el que los dos nos reíamos y ambos decíamos: "Vamos a buscarlo en Google".

Aunque mi función es ayudar a la gente a encontrar y mantener su empleo, el trabajo y la vida personal se solapan. Superar su intimidación ante la tecnología ha tenido un impacto aún mayor en la vida personal de Devon. Devon es escritor. Ha escrito varias novelas a lo largo de los años. Dada su pasión por las cosas del pasado, la mayoría son ficción histórica. Aunque el acceso a Internet ha sido inestimable a la hora de crear sus historias, el mayor impacto se ha producido en la forma en que Devon crea su obra. Antes de usar el ordenador, Devon escribía sus novelas a la antigua usanza: con papel y bolígrafo. Tiene volúmenes y volúmenes de cuadernos con novelas parcialmente escritas. Hace más de un año que empezamos este proceso. Al principio, si alguien me hubiera dicho que Devon tendría un blog, me habría reído. Pero abrir la puerta a la tecnología abrió una puerta al pasado para Devon, el bloguero.