40 Big Ideas
11. Tecnología de asistencia
La tecnología de asistencia ayuda a todas las personas, incluidas aquellas con discapacidades, a comunicarse y desenvolverse en el mundo. Esta idea figura en la lista de grandes ideas porque ha moldeado gran parte de nuestras vidas, desde los avances en las computadoras personales hasta los teléfonos inteligentes y los dispositivos domésticos inteligentes. Es importante hablar sobre cómo no todas las personas con discapacidades tienen acceso a la tecnología que más necesitan y al apoyo para utilizarla. Y a medida que crezca el uso de la inteligencia artificial, será importante asegurarse de que esta responda a nuestras necesidades.
La tecnología de asistencia (TA) debe figurar en cualquier lista de grandes ideas, ya que la tecnología nos rodea en todas partes. Incluso la usamos para llevar a cabo la conversación detrás de este artículo, desde miles de millas de distancia. Organizamos nuestro diálogo en torno a cuatro preguntas: ¿Por qué la TA entró en el «Top 40»? ¿Qué momentos de la historia de la tecnología de asistencia han supuesto los mayores cambios para las personas con discapacidad? ¿Qué nos emociona sobre el futuro? ¿Qué nos preocupa?
Utilizamos una herramienta de transcripción y guiamos un modelo de lenguaje grande para resumir nuestra conversación y crear un primer borrador de este artículo. Esa elección subraya nuestro punto principal: la tecnología no es una nota al margen de la vida moderna; es parte de la forma en que muchas personas se comunican, gestionan tareas y se mueven por nuestro mundo. Mirando hacia atrás, varios hitos han dado forma al presente. Las máquinas de escribir y los teclados adaptados permitieron que muchas personas que antes no tenían acceso a la escritura y al trabajo de oficina pudieran hacerlo. Las computadoras personales llevaron el acceso a la información a los hogares. Las tabletas y los teléfonos inteligentes hicieron que la comunicación y la navegación fueran móviles y más flexibles. Para las personas con discapacidades intelectuales y otras discapacidades del desarrollo (IDD), ha habido algunas áreas en las que el acceso se ha quedado rezagado, en particular en lo que respecta a la accesibilidad cognitiva de la información. A medida que estas herramientas se fueron generalizando, la distinción entre «auxiliares» y «normales» se difuminó, y los programas comenzaron a hablar de «tecnologías facilitadoras», es decir, herramientas diseñadas para que cualquiera pudiera utilizarlas, y no solo dispositivos específicos para personas con discapacidad.
Un ejemplo claro es el control doméstico. Los sistemas que accionaban interruptores o puertas eran antes productos especializados (y caros). Hoy en día, muchas funciones para hogares inteligentes están disponibles en el mercado. Cuando un dispositivo es el mismo que otros quieren usar, la adopción tiende a ser más fácil y los costos suelen reducirse. Esto ha ampliado el acceso para las personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo, incluyendo aplicaciones que favorecen la accesibilidad cognitiva y proporcionan orientación y recordatorios en el entorno doméstico y laboral.
La forma en que planificamos y juzgamos el éxito es importante. A la hora de apoyar a alguien, resulta útil plantearse una serie de preguntas concretas: ¿Qué apoyos se necesitan? ¿Puede la tecnología ayudar a proporcionarlos? ¿Tiene acceso a la tecnología de asistencia que necesita? ¿ Le funciona en la vida cotidiana? El acceso y la eficacia no son lo mismo. Para que la segunda parte sea real, hay que prestar atención al ajuste, la capacitación y el seguimiento, no solo a la entrega. La adopción también requiere práctica. Ambos hemos visto situaciones en las que se proporcionó tecnología de asistencia con buenas intenciones, pero con poco apoyo, y no se utilizó. En todos los sistemas de servicios de IDD, la falta de personal empuja a los programas a considerar la tecnología de asistencia como parte de la solución. Como señalamos en nuestro diálogo, los problemas con la fuerza laboral siguen siendo una verdadera lucha, y las personas esperan que la tecnología de asistencia resuelva ese problema. La tecnología puede ampliar el apoyo, pero no es un sustituto directo de la ayuda humana. Se requiere un nuevo conjunto de estrategias tanto para la persona que recibe apoyo como para quienes la asisten. Es esencial realizar un seguimiento planificado e individualizado para que herramientas como la monitorización remota o las aplicaciones de orientación no se utilicen de forma incorrecta, se abandonen o, lo que es peor, pongan en peligro a alguien. Una línea conductora para nosotros es el liderazgo de las personas con discapacidades. Las personas deben participar desde el principio, definiendo las necesidades, dando forma al diseño y planificando la implementación en los entornos en los que se utilizarán realmente las herramientas. La capacitación y los puestos remunerados son importantes; la experiencia vivida debe guiar las decisiones sobre las características, los formatos de aprendizaje y la medición del éxito, incluidas las medidas de acceso equitativo a la tecnología de asistencia. Reconocemos que la inteligencia artificial seguirá evolucionando y se utilizará cada vez más como parte de la tecnología de asistencia. Cuando eso ocurra, será importante mantener la tecnología de asistencia como algo habitual y usable; combinar el acceso con la adecuación, la práctica y el seguimiento; y diseñar políticas que puedan adaptarse a las realidades locales e individuales. Así es como esta gran idea seguirá desempeñando un papel importante y valioso en el apoyo a las personas con IDD.