40 Big Ideas
15. Comunicación aumentativa y alternativa
Ampliar los límites
La comunicación aumentativa y alternativa (CAA) ha proporcionado a las personas con discapacidades un mayor acceso a la vida en comunidad y ha dotado a las comunidades de un mayor sentido de la humanidad. Proporciona acceso al aprendizaje, la participación ciudadana y mucho más. Sin embargo, para innovar verdaderamente en el futuro, las personas que necesitan o utilizan la CAA deben participar en el diseño, de modo que puedan crear herramientas que empoderen a los usuarios en lugar de obligarlos a adaptarse a los espacios y sistemas. En el mejor de los casos, la CAA nos permite ampliar los límites de cómo podemos democratizar la tecnología, cómo concebimos el habla y cómo configuramos los espacios, aspectos que nos afectan a todos.
Durante décadas, e incluso hoy en día, las personas que necesitan y utilizan la comunicación aumentativa y alternativa (CAA) han sido marginadas, ignoradas y pasadas por alto. En muchos sentidos, los avances en estas herramientas han permitido el acceso y un mayor sentido de la humanidad. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de las cosas, gran parte de la investigación sobre la CAA y la mayoría de los avances en su diseño han sido liderados por profesionales sin discapacidad, sin abordar plenamente las prioridades de las personas que necesitan y utilizan la CAA.
En su forma más simple, la CAA se refiere a cualquier cosa que se utilice para apoyar o sustituir el lenguaje hablado. Para algunas personas, esto podría significar enviar mensajes de texto y utilizar emojis, herramientas cotidianas que han cambiado la forma en que las personas se comunican. Para los más de 5 millones de personas en Estados Unidos que no pueden comunicarse verbalmente para hacerse oír o entender, incluye herramientas como tableros de comunicación, software en tabletas u otras herramientas tecnológicas, interruptores y dispositivos específicos para generar voz. Los avances en el acceso multimodal han garantizado que un mayor número de personas puedan acceder a una comunicación eficaz.
Foto cortesía de Tom Olin.
Sin embargo, a medida que avanzamos en un mundo en el que la innovación tecnológica se acelera y la inteligencia artificial (IA) se integra en casi todo, la responsabilidad de los profesionales es clara. El diseño de la CAA debe guiarse no solo por la eficiencia, sino también por las experiencias, prioridades y necesidades de los usuarios de la CAA. Aunque un mundo con IA promete una comunicación más rápida para todos, siguen existiendo cuestiones importantes. ¿Nos permitirán estos avances participar plenamente y sentirnos parte integrante de conversaciones trepidantes? ¿Serán capaces los sistemas de proporcionar una respuesta más rápida y personalizada basada en nuestros patrones de comunicación, con sugerencias que incluyan el contexto en tiempo real? ¿Se dará prioridad al aprendizaje y la alfabetización y se considerarán esenciales? ¿O acaso el progreso nos dejará atrás al hacer suposiciones sobre nuestro idioma e imponer normas de eficiencia externas?
Las respuestas probablemente dependan de cómo se aborde la innovación.
Gran parte del diseño y el desarrollo actuales siguen basándose en el capacitismo, bajo la creencia de que las personas con discapacidad necesitan ser «arregladas». Con esta mentalidad, se crean herramientas para compensar algo que «falta» o que necesita ser reparado. Cuando esa es la lógica del diseñador o de la sociedad en general, rara vez se potencia el acceso a la comunicación. Más bien, hace que las personas se adapten a los espacios y sistemas, lo que en última instancia limita nuestra capacidad de participación. Peor aún, transmite el mensaje de que hay algo dentro de nosotros que está roto. Por eso, la CAA no puede limitarse a solicitar o responder. Debe tratarse de facilitar la conexión, las oportunidades, el aprendizaje y el acceso a la comunidad. Este cambio solo puede producirse si las personas que necesitan o utilizan la CAA participan en el diseño de la innovación, en lugar de limitarse a recibir pasivamente sus productos derivados.
Esto no quiere decir que la CAA, tal y como es, no haya cambiado el mundo. Ha cambiado mi vida y la vida de muchas otras personas. Proporciona acceso a derechos como la educación, la planificación centrada en la persona, la atención médica y la participación cívica. También nos permite ampliar continuamente los límites sobre cómo podemos democratizar la tecnología, cómo concebimos la libertad de expresión y cómo configuramos los espacios, aspectos que afectan a todos.
Al centrarse en las perspectivas y la experiencia de los usuarios de CAA en el futuro, este campo tiene la oportunidad de avanzar no solo en las herramientas para el próximo medio siglo, sino también en conversaciones más amplias, cambios e innovaciones sociales.