40 Big Ideas

36. La discapacidad y las artes
De los márgenes a la fuerza cultural

Autores

Olivia Raynor es consultora en políticas de discapacidad y exdirectora de la UCLA Tarjan Center en Los Angeles, California. oliviaraynorphd@gmail.com.

Beth Stoffmacher es consultor en discapacidad, anteriormente director en la UCLA Tarjan Center en Los Angeles, California. stoffmacherconsulting@gmail.com

El arte solía ser algo que las personas con discapacidades hacían como terapia. Hoy en día, es una forma de que las personas con discapacidades se expresen y expresen su identidad. Este cambio ha creado espacios más inclusivos y ha proporcionado a las personas con discapacidades formas de convertirse en líderes y obtener oportunidades de empleo.

En los últimos 50 años, la intersección entre la discapacidad y las artes ha evolucionado desde programas terapéuticos aislados hasta convertirse en un movimiento cultural arraigado en la identidad, la autoría y la expresión creativa. Para las personas con discapacidades intelectuales y otras discapacidades del desarrollo (IDD), este cambio creó vías no solo para la visibilidad y la voz, sino también para la inclusión, el empleo y el liderazgo.

En las décadas de 1970 y 1980, las oportunidades artísticas para las personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo se enmarcaban principalmente desde una perspectiva terapéutica. La creación artística se llevaba a cabo en instituciones o programas diurnos, rara vez a la vista del público. Con frecuencia, las obras eran etiquetadas como «arte marginal» y excluidas de los espacios convencionales. La idea predominante era que las personas con discapacidades eran sujetos del arte, no sus creadores.

Esto comenzó a cambiar en la década de 1990. Programas como Creative Growth Art Center, NIAD y Access Theatre afirmaron que las personas con IDD siempre habían tenido talento, lo que les faltaba era acceso y reconocimiento. Estas organizaciones proporcionaron materiales, espacio y visibilidad, lo que permitió a los artistas formarse, exponer y obtener ingresos gracias a su trabajo.

Una pintura de colores vivos de la cabeza de una vaca, con la palabra «Jimmy» pintada en una de sus orejas.

La creación del Centro Nacional de Arte y Discapacidad (NADC) en la UCLA en 1994 marcó un punto de inflexión crucial. Como primer programa nacional centrado en las carreras artísticas para personas con discapacidades, el NADC proporcionó capacitación, recursos y apoyo esenciales para crear vías de acceso para los artistas con discapacidades intelectuales y del desarrollo. Financiada como una iniciativa nacional de capacitación bajo la dirección de Bob Williams, entonces comisionado de la Administración sobre Discapacidades del Desarrollo, poeta y usuario de comunicación aumentativa y alternativa (CAA), la visión de la NADC se forjó tanto a partir de conocimientos sobre políticas como de experiencias vividas. En su poema «Lost Voices» (Voces perdidas), Williams plasma la exclusión que se ha prolongado durante mucho tiempo:

«Nos quedamos en las sombras, nuestras voces ahogadas / por muros construidos con silencio». Artistas con discapacidades intelectuales y del desarrollo, como Judith Scott, artista visual, y Andrea Fay Friedman, una de las primeras actrices con discapacidades del desarrollo en la televisión nacional, contribuyeron a cambiar la percepción del público y ampliar la representación. Hoy en día, el pintor Marlon Mullen, el director artístico Mickey Rowe y la autora Keah Brown están desafiando las normas y reclamando su espacio en los principales museos, teatros y plataformas editoriales.

Lo que distingue al arte de la discapacidad como idea es su rechazo a las narrativas basadas en la compasión o el triunfo. En cambio, se centra en las voces de los creadores con discapacidades y afirma la discapacidad como una identidad cultural que aporta una perspectiva artística y social única. Grupos como AXIS Dance y Sins Invalid, así como defensores como Alice Wong, sitúan la discapacidad en el centro de la innovación creativa. Como escribe Wong, «la discapacidad es sociopolítica, cultural y biológica». Ser visible y reivindicar una identidad discapacitada conlleva tanto riesgos como orgullo».

La importancia actual del arte de las personas con discapacidades radica en cómo amplía nuestra imaginación colectiva. Desafía las normas convencionales, abre espacio para nuevas formas de expresión y replantea la discapacidad desde una perspectiva de posibilidades. Más que un enriquecimiento personal, las artes para personas con discapacidades fortalecen la comunidad y promueven la equidad cultural, para todos nosotros.